sábado, 9 de junio de 2012

Un viejo acróstico en tu cumpleaños

Sé que esta es una segunda versión, pues no tiene tu nombre completo. Lo conseguí, hace unos meses, entre viejos cuadernos del colegio. Presumo que data de 1998 por el contenido de la carta con la que está acompañado y que, infiero, nunca llegó a tus manos. Me daría mucha pena equivocarme en este particular pero mis problemas de memoria pueden llegar a ser muy serios en algunos casos, así que me disculpo de antemano -por si acaso-.

Quise guardarlo hasta hoy porque me pareció curioso que hace un año (y nuevamente hoy) tú me animaras a seguir escribiendo, cuando en realidad fuiste mi primera inspiración. Como éste sé que deben quedar en algún lugar varios versos y poemas escritos mientras crecía y te veía crecer en el patio del colegio. Hoy en día, todo parece indicar que este será mi camino definitivo: la escritura.

---------------------------------

En tus ojos, más que dulce luz
Nunca igualada, se halla el caudaloso
Río que con brioso
Ímpetu lleva tu esencia hasta
Que la une con el mar,
Untándolo de un azul
En el que sólo quiero soñar.

Luz, pasión, recuerdos; Todo
Un sueño puro y cristalino,
Quimera de ilusión que
Una niña sembró en su corazón
Esperando que siempre fuera así.

Enrique:
A pesar de que nunca estuvimos más cerca de lo que fue, de que nunca hice más por ti de lo que siempre has sabido, estos años que no he tenido la menor noticia de ti me han demostrado lo que siempre sospeché, temí, negué y que ahora debes saber.

Te escribo porque te conozco y considero sumamente difícil que nos lleguemos a ver o a hablar. Así que esta sería mi despedida definitiva, al menos hasta que el destino mismo nos una, si es que así debe ser.

Ahora sí, llegó el momento de que conozcas los detalles más importantes de la parte de mi vida en la que te he involucrado:

En 1989, una niña de 10 años paseaba por el patio de su colegio durante un descanso. Allí conversaba con sus amigas hasta que las interrumpió un objeto con el que unos niños jugaban fútbol. Uno de ellos se acercó a buscarlo y presentó disculpas por el incidente, abriendo las puertas del amor de esa niña que, para ese entonces, ni siquiera sabía que existía.

Las casualidades y coincidencias le permitieron conocer su nombre y que estudiaba 6to grado. ¡Pronto dejaría de verlo! Así que su mejor amiga, por medio de su "novio", consiguió que ese niño especial firmara en un diario que aún conserva. Entre las amigas de ella y las amigas de él hicieron y deshicieron para que se conocieran pero la niña se escondía como ermitaño hasta un momento en el que se descuidó y vio de pronto a este niño especial extendiéndole su mano. Luego de las formalidades, y presa completamente de los nervios, huyó de la escena.

Durante el año siguiente, acudía religiosamente a su cita con el amor. Todos los jueves, alrededor de las 10 de la mañana, salía de su clase para verlo llegar sin que él siquiera sospechara. De vez en cuando, el mismo día y a la misma hora, él se acercaba a su salón para saludar a la profesora Celeste, que fuera guía de ambos.

Los 3 años siguientes ella observaba de vez en cuando su actos: lo que hacía en los descansos, quiénes eran sus amigos. Detallaba todo lo que se puede saber a 10 m de distancia.

Cuando faltaba poco más de un año para que le perdiera definitivamente, tomó una de las decisiones más importantes de sus 15 años: había llegado la hora de estar con él.

Ésta vez fue ella misma quién hizo y deshizo para encontrar un puente que le ayudara en su propósito. "Desde que se inventaron las excusas, todo el mundo queda bien". Lo que le ayudó a conseguir el número de teléfono de su casa y, por medio de ese maravilloso aparato, estableció un contacto entre ambos que aspiraba se convirtiera en amistad alguna vez.

Pronto llegó la hora de dejar el "anonimato" y, lejos de esperar un acercamiento mayor, estaba segura de que todo seguiría siendo igual. De vez en cuando, él le regalaba una sonrisa, un "hola", un "adiós" o algunos minutos que compartían mientras el día de la separación se acercaba rápidamente.

Ella quería despedirse pero no tuvo el valor de hacerlo y él se fue; Luego fue el destino quien le regaló otra oportunidad pero, por apegarse a las reglas, la volvió a perder.

Han pasado tal vez 2 o 3 años desde esa última vez, ahora sus aspiraciones sí han cambiado y, lejos de ser tu amiga, sólo quiero agradecerte que hayas sido tan importante para mí. El primer amor nunca se olvida. Por eso, inevitablemente, siempre estarás en mí, aunque ya no te quiera ni sepa nada de ti.

Ahora sólo me queda despedirme diciéndote que hubiera preferido hablar todo esto personalmente y que también te agradezco que te tomaras la molestia de leerlo.

Con cariño,

Keag

---------------------------------

Posiblemente sea otra cara de una misma historia que ha sido contada y re-contada en diversos momentos. A veces por genuina nostalgia, a veces en un intento desesperado por no olvidar, pero siempre con la misma esencia en medio de la inocencia de la juventud o la experiencia del paso de los años y la estructura del manejo del lenguaje.

No hay comentarios:

Publicar un comentario