Dedicado a ti que, para mí, eres todo el amor que me
acompañará en esta vida. Un amor que sólo tú y yo conocemos, comprendemos y
compartimos.
Si, el momento de inspiración me duró más allá de escribir
la respuesta al mensaje de Nancy. Quienes me conocen desde hace mucho, muy
posiblemente pensarán que éste es mi estado natural. Para los que me conocen
desde hace poco, posiblemente se preguntarán: -¿Que tú, qué?- y todos los
intermedios, puede que estén de acuerdo con Jorge Pestón en compararme con
aquellos caramelos de los 90’s llamados Aciditos (muy ácidos por fuera pero con
un centro en extremo dulce). A la final, puede que todos tengan la razón o tal
vez ninguno. El paso por esta vida enseña a cada quien lo imposible que es
llegarnos a conocer completamente, pues el ser humano vive cambiando,
reinventándose, muriendo y, en cada intento, renaciendo como el Fénix.
En honor a la mal llamada "semana del amor", mal
llamada por lo que le dije a Nancy en el muro: El día del amor debería ser los
365 días del año; mi lado reflexivo despertó a mi lado sentimental (que, demás
está decir, ha tenido un sueño algo liviano, últimamente) y me senté a
reflexionar en torno a lo que el amor es. Ese correo de Ricardo, con esa frase
tan particular, me dejó pensando desde que lo leí. A continuación, mis
reflexiones:
"El amor no se trata de encontrar a alguien con quien
vivir, se trata de encontrar a alguien con quien no puedes dejar de vivir"
En líneas generales, más allá de lo que cada individuo pueda
plantearse como meta de vida, yo estoy convencida de que la razón por la cual
el ser humano está y permanece en la tierra es para aprender sobre el amor. La
razón de su permanencia aquí radica en el hecho de que llamamos amor a muchas
cosas distintas que, si bien pueden formar parte del amor, no llegan a
representarlo en toda su magnitud. A menudo vemos parejas constituirse y
mantenerse por conveniencia, costumbre o compromiso. Todos, disfrazados de
miles de razones completamente válidas que sólo generan un par de individuos
decididos a luchar y permanecer en algo que en sí, no debería representar una
lucha. Hombres frustrados que ven en cualquier mujer (menos en su pareja) a la
más ideal de las mujeres. Mujeres que llenan su vida de angustias y reclamos
ante un esposo ausente (ausente de esencia, de espíritu, puede que no tanto de
cuerpo). En fin, parejas que, para los de afuera, sencillamente son disparejas.
En este momento, a la mitad del camino que podría ser toda
mi vida, creo haber tenido la oportunidad de conocer varios de esos "tipos
de amor" que solemos experimentar los seres humanos. No soy quién para
decir cuál es el verdadero amor, ni para juzgar el amor que otros hayan podido
sentir. Sin embargo, tengo suficiente autoridad para establecer y exigir el
tipo de amor que quisiera recibir y el que estoy dispuesta a dar.
En algún momento pensé (o sentí) que el amor nacía entre dos
personas que se gustaban y que sabían que podían estar juntas; pues, no. También
sentí que bastaba con que una de ellas (no precisamente yo) estuviera
convencida de la relación para que ésta funcionara; pues, tampoco. ¿El
resultado? Varios años hermosos compartidos y llenos de desdicha y frustración
que, para ambos, se mezclaban con alegría y felicidad. Y no, no es que no te
amara. Es obvio que durante ese tiempo yo misma estaba convencida de que lo que
había entre nosotros era amor, del más puro y eterno, pero no. Entre nosotros
hubo muchas otras cosas: pasión, locura, camaradería en extremo, niños jugando
a ser gente grande -vaya que tu mamá tenía razón- Fuimos mucho de compartir los
sueños y de retarnos a hacerlos realidad, hasta que la realidad nos golpeó la
cara: no éramos lo que el otro quería. Y hoy, cada quién ha seguido su camino
en torno a los sueños que primero quiso cumplir.
Más adelante, llegué a pensar que para el amor bastaba el
apoyo y la solidaridad. Y es así, como de una relación ligera que nació por el
simple disfrute de estar con alguien con quien tienes mil cosas en común, nació
un compromiso más pesado que un elefante (lo que me hizo comprender el dicho: “pesa
más que matrimonio obligado”). Y llegué a estar convencida de que contigo era
con quien debía estar, sobre todo, porque eras alguien con quien podía vivir. A
eso se le sumaba la obligación (si, por favor, no me regañes por usar esta
palabra) resultante de haber estado ahí en el momento y lugar equivocados.
¿Equivocados por qué? Pues, por haber tenido tantos momentos duros (al extremo)
que compartir. Puede que entre nosotros haya habido mucho de lo que compone el
amor (pasión, sí, la hubo; apoyo, mucho; comprensión, más de lo habitual;
comodidad, más de lo que muchos mortales pueden llegar a soñar) pero nos faltó
algo. Un componente primordial: ¡El respeto, mutuo! A menudo nos vimos
obligados, amarrados a la relación, valorándola tú por la confianza que tenías
en mí y yo por la que confianza que quería que me tuvieras (porque la que yo te
tuve sabemos que se perdió pronto). En fin, encerrados en una espiral que parecía
más un círculo, en pro de mantener lo que para todos parece correcto. Pues no.
Eso tampoco es amor.
Ahora, con la mente fría y el corazón tranquilo puedo pensar
con claridad y reflexionar en torno a la, ya famosa, frase: "No es
encontrar a alguien con quien vivir, es encontrar a alguien con quien no puedes
dejar de vivir". Los más textuales dirán: eso es dependencia y el amor,
tampoco es eso. Pues no, mis queridos amigos. Hoy sé que en este mundo puede
haber alguien de quien no dependas y con quien no puedes dejar de vivir. ¿Cómo
es eso? Pues simple:
Mirando atrás, como he tenido que hacerlo para sentarme a
escribir esto, me doy cuenta de que yo ya cumplí con mi misión en esta vida
(partiendo de la premisa por la cual comencé a escribir). Sí, ese amor eterno y
total que nos cuentan las novelas rosa y uno que otro escritor-filósofo, yo ya
lo viví y lo seguiré viviendo hasta el final de mis días (gracias a Dios).
Porque en su raíz, el amor es energía y la energía no se destruye, se
transforma. Entonces, el amor no se acaba (si se acaba, no es amor). Se transforma
y, para uno que otro osado (como tú y como yo) podemos seguirlo llamando amor,
sin que por eso implique una relación con un componente sexual entre los dos.
¿Por qué digo esto? Porque es la semana del amor: honor a
quien honor merece. Hoy en día, puedo decir que es poco lo que recuerdo de mi
vida antes de ti. Sí, aunque me maten por lo que voy a decir. Omar una vez me
escribió algo en una tarjeta que (no recuerdo la frase exacta) decía algo así
como que una vez hubo un hombre tan importante que dividió la historia de la
humanidad en antes y después de él (la frase se refería a Dios). Obvio que él
me dedicó esa frase y creo que no es hasta ahora que la comprendo realmente en
toda su magnitud (por cierto, ¡gracias, Omar!). Si, recuerdo mucho de lo que viví
antes de conocerte, pero mejor recuerdo lo que compartiste conmigo y lo que me
ayudaste a superar.
Recuerdo lo que compartimos y cómo nuestra relación (con los
tropiezos) es y sigue siendo de conocernos y ayudarnos a conocernos. Ir
creciendo, cada quien a su ritmo y a su modo. Juntos, revueltos, separados,
juntos otra vez, cada quien en su propio mundo Tu presencia en mi vida me ha
demostrado lo que es la verdadera compañía (nunca más me he sentido sola).
Cómo, aún cuando saliste de mi vida, toda mi vida tenía que ver contigo. Sí, lo
sabes, no hubo un momento en el que yo no pensara en ti. Aún hoy, eres mi
"dato estable" (para quienes saben lo que es eso), mi contacto con la
realidad, mi verdadero hogar. La única persona que creo capaz de aceptarme y no
juzgarme, como siempre ha sido entre los dos. El único desquiciado que
comprende estos conceptos con el significante exacto que yo les doy. Sin
preguntas, ni malentendidos. Porque fuimos y hemos sido todo lo que necesita el
amor: amigos, amantes, compañeros, camaradas. Porque nuestra relación siempre
se basó en eso: amor (confianza, respeto, cariño, aceptación, apoyo y todo lo
que ya hemos hablado).
Por todo esto y para los que no lo saben: todos podemos
encontrar el amor. Lo que debemos evitar es encasillarlo en la forma de
"mi pareja". Sí, el ideal sería que encontráramos el amor en nuestra
pareja pero, a veces, el tiempo y otros factores juegan en contra de esto. No
siempre los astros están alineados a nuestro favor o, peor aún, nos encargamos,
con nuestros errores, de hacer imperfecto el tiempo de Dios. La idea, al final
del camino, es aprender y yo, a tu lado, he aprendido más de lo que habría
imaginado: he aprendido a no comparar, a valorar lo que quiero y a no aceptar
menos por lo que estoy dispuesta a dar y, sobre todo, he aprendido a que mi
pareja me puede dar tanto o más de lo que he recibido de ti, sin que eso cambie
la naturaleza de nuestra relación.
A la final, gracias por estar y permanecer en mi vida. Más
aún, gracias por ser esa otra mitad de este garabato extraño que soy para la
mayoría de la gente. Gracias por compartirlo y por comprenderlo, porque sé que
no vas a preguntar si esto se refiere a ti y porque también sé que conoces,
mejor que yo, cada uno de los motivos que me llevaron a escribirlo. ¡Gracias
por ser el mejor amigo que he podido tener en esta vida y en todas las
anteriores! Por que lo que es completamente cierto es que:
- The heart has its reasons in wich reason knows nothing". Blaise Pascal
No hay comentarios:
Publicar un comentario