Es jueves, estoy cargada. Han pasado muchas cosas en casa desde anoche y ha sido duro manejarlas. Estoy atada de manos y no puedo huir hasta que las cosas mejoren. Cuando la marea baja yo salgo buscando despejarme. No puedo evitar sentir ganas de escuchar tu voz. Sé que estás on line, pero quiero escucharte.
Al prender el teléfono esta mañana había un mensaje tuyo. Tiene la hora de anoche cuando terminamos de hablar. ¡Me alegra!!! ¡Sabía que ibas a escribir!!! ¡Sí, te voy a llamar!!!
Aunque estoy cortada y creo que lo notas, no me importa. Es muy agradable escucharte de nuevo. Tú también pareces estar sorprendido. Luego de un rato volvemos a lo virtual y sigue siento agradable leerte.
Debo volver a lo mío... Hay muchas cosas pendientes por aquí pero quiero seguir. Me despido por un rato, confirmo que todo marche en orden y regreso por un poquito más...
Por fin veo tu rostro. Me sonrío y me río al ver que no estabas tan lejos del modelo en mi imaginación. Fijo tu rostro en mi memoria y ya luego sí me despido.
Me invitaste a tu casa anoche y no he dejado de pensar en eso. Han sido varios los intentos de monólogo al respecto pero no quiero empañar las ganas con mis dudas. Estoy en lo mío, en mis obligaciones, y no dejo de pensar en tu voz y en tus palabras...
Si pudiera... ¡Si sólo pudiera escaparme!!! Hay la posibilidad... Sí puedo... No quiero ilusionarme... ¡Pero quiero!!! Definitivamente es lo que quiero hacer.
Te lo digo por si acaso estás haciendo planes... Si yo pudiera y tú pudieras... ¡Es un riesgo!!! Pero es un riesgo que QUIERO correr. ¡Tengo que hacerlo!!!
¡Sí voy!!! ¡Mañana te veo!!! ¡Por mi nombre, no pierdo un día más!!!
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