Bueno, lo prometido es deuda y hoy quiero saldarla. Han
pasado ya varios días en los que he tenido mucho tiempo para sentir, pensar y
reflexionar. He buscado excusas para no escribirte y rogaba por una señal que
acabo de recibir. Ya todo está en orden y me propongo ser completamente honesta
contigo.
Antes de empezar, me disculpo, sé que normalmente no soy
conocida como la reina del tacto y me cuesta mucho decir las cosas con
sutileza, por eso he esperado tanto para escribirte. Lo último que quisiera es
hacerte sentir mal por nada de lo que yo pueda mencionar aquí.
Ambos hemos estado de acuerdo en que la nuestra no fue una
relación normal. Fueron apenas unas semanas que, de alguna manera, nos
cambiaron la vida a los dos. No me equivoco ni soy exagerada al confesarte que
ha sido el mejor mes de mi vida. No voy a hacer un recuento de todos los
detalles que compartimos porque de eso ya te encargaste tú, pero no hay en mi
mente o mi corazón un recuerdo de nada que haya sido mejor. Fue algo mucho más
allá de un pase de corriente extraño, de una atracción sexual desmedida o de la
desesperada necesidad de acabar con la soledad. Eso es algo que ninguno de los
dos puede cambiar.
Hoy aquí, sentada sola frente a mi pc, luego de mucho pensar
y llorar. Sí, he llorado más de lo que me hubiera imaginado. Es más, ¡gracias!!!
El sábado, después de que hablamos, por fin logré tomar lo suficiente como para
emborracharme. En la mayoría de las culturas, eso es considerado como algo
malo; pero en mi caso ha sido muy bueno. La verdad, si no lo hubiera hecho,
jamás habría podido desahogarme y encontrar el verdadero curso de mis
sentimientos.
Para nadie es un secreto que, ante cualquier situación
difícil, acostumbro bloquearme y acatar las soluciones más radicales. Esta vez
no podía ser igual. Sí, también es cierto que me comporté contigo como la más
pisciana de todas las mujeres. Entregué todo lo que me salió sin medir cómo
podías estar recibiéndolo tú, pero no me arrepiento. En algún momento, revivió
mi lado desconfiado y por eso busqué la manera de que me dijeras qué sentías.
¿Qué si aprecio tu sinceridad? Por supuesto, nadie puede
obligarte a que sientas algo que no está en ti y comprendo perfectamente que
haya aparecido alguien nuevo en tu vida. Por qué no habría de hacerlo si fue
eso exactamente lo que me pasó contigo.
Hoy sigo estando triste. No voy mentir diciéndote que ya no
me importa nada de lo que pasó. Aún te extraño a muerte. Aún me asombra ver
cómo pasan los días sin que yo te escriba o tú lo hagas. Sueño contigo casi a
diario y son raros los momentos en los que no pienso en ti. Si no son cosas que
me recuerdan algo que compartimos, es que leo algo que pienso que te
interesaría o veo alguna película que podría gustarte o lo que sea. Me
atormenta no saber que ha pasado con tu tesis, yo también quiero que salgas este
año.
Bueno, en este punto no se necesitan muchas excusas para
pensar en alguien que se quiere. Pero lo que quiero que en realidad sepas y
tengas presente es que voy a estar bien, ya voy en camino. Soy una chica fuerte
y seguro que salgo adelante pronto. En este momento sólo quiero que tú estés
bien y que te dediques a alcanzar tus metas.
¿Qué si cuentas con mi amistad? Por supuesto, total e
incondicional. Bueno, tal vez no tan incondicional. Creo que hay cosas que
inevitablemente van a variar después de lo que pasó. Por ejemplo, creo que ya
no se vale que me preguntes por qué estoy sola. Tampoco se vale intentar que te
explique por qué me cuesta tanto comprender y comenzar una relación adulta
(creo que puedes encontrar ambas respuestas por ti mismo). También te pido, por
si acaso, que no intentes que vuelva a tu casa alguna vez, bajo ninguna
circunstancia. Aparte de que sería duro para mí estar allí de nuevo, creo que
no tendría cara con la que ver a tu mamá después de todo lo que ha pasado. Tal
vez parezca una tontería pero de verdad eso es algo muy importante para mí.
Y ni modo, hay algo que nunca me preguntaste pero que te voy
a responder en este momento. ¿Por qué Beatrix Kiddo? Porque definitivamente soy
así. Soy fuerte, medio ruda y muy independiente y de verdad no me resulta
intentar ser Arlene.
Este mes contigo tal vez haya sido mi último intento en
mucho tiempo de ser una Arlene común y corriente. No niego que fue genial, que
lo disfruté a muerte. Pasé por semanas de euforia total en las que creí que
nada lo podía acabar, pero me equivoqué. Ya está visto que ese no es mi estilo
y ya no quiero seguir fingiendo. No es una decisión que esté sujeta a discusión
o a consideración, solo es lo que debe ser. Pero todo tiene su lado positivo,
al menos ahora lo veo como buen material nuevo para continuar escribiendo, hace
mucho que no lo hago.
Por eso también te dedico esta canción. Anoche, cuando venía
de Caracas, la escuché y me asombró ver cómo alguien tan ajeno pudo haber
escrito algo tan cercano a nosotros dos hace tanto tiempo. La respuesta fue la
misma de siempre: a la hora de la verdad, todos los seres humanos repetimos las
vivencias que otros ya han pasado.
"¿Quién te puso en mi camino?
¿Quién te dijo que aún estaba vivo?
¿Quién tuvo la brillante idea?
Con un corazón que ardía por falta de compañía,
por tanta , tanta soledad.
Y me dijo que también estaba sola,
y abrí mis brazos y así le entregue la vida.
Y volamos fuera de este mundo, por un rato.
Me sentí seguro y libre como el pensamiento,
como para no volver.
Y se nos fue la noche entera,
entre besos y quimeras,
debajo de una luna llena.
Y nos dijimos pocas cosas,
justo en lo que nuestras bocas,
quedaban libres para hablar.
Y nos perdimos en la noche plata y negra,
y ahí comprendí que vivir vale la pena.
Y volamos fuera de este mundo, por un rato.
Me sentí seguro y libre como el pensamiento,
como para no volver.
Y llegue a pensar que no era de este mundo,
tanto amor no se concibe en un segundo.
Y volamos fuera de este mundo, por un rato.
Me sentí seguro y libre como el pensamiento,
como para no volver...................." Franco de Vita
De resto, solo te pido que sigamos siendo los que éramos
antes de embarcarnos en esta locura, no está mal llamarla así. Cuando te pido
que no escribas mi nombre es porque se me hace muy extraño verlo viniendo de
ti. Marca una distancia que nunca antes hubo entre nosotros y que no estoy
dispuesta a tolerar.
Si no quieres decirme Kiddo, esta bien, lo entiendo.
Entonces simplemente no intentes nombrarme cuando me escribas; para mí también
es un poco raro decirte Bill.
Ya ves que en esto somos diferentes, yo no tengo la más
mínima intención de perder tu amistad por nada del mundo y claro que podremos
compartir una buena conversación o una buena película cuando lo quieras. Sería
egoísta conmigo misma al pretender privarme de tu compañía. Tan buena compañía,
para mí, sólo se consigue una vez por vida.
Siempre podrás contar conmigo si necesitas a alguien que te
escuche y que te apoye. No puede ser de otra manera, mi Bill. Ese es un lugar
que también será solo tuyo de aquí hasta el final de los tiempos.
Al final de la historia, como a Beatrix, me tocará matar a
Bill...
No hay comentarios:
Publicar un comentario