Esta noche, sola en mi cama, vuelven a mi los recuerdos de
un pasado que jamás pasará, un presente que sólo yo puedo ver, un futuro que nadie más
compartirá. En ocasiones, las preguntas invaden mi mente y me atormentan sin dejarme
dormir, sentir, pensar o respirar. Me ahogan, ensordecen y enloquecen y las
respuestas nunca llegan…
¿Dónde quedó todo aquel tierno y puro amor que compartimos? ¿Dónde
estás tú? ¿Dónde estoy yo? ¿Aún me piensas? ¿Crees que te pienso? ¿Guardas
en algún lugar de tu corazón la esperanza secreta de volverme a ver?
¿Aún sueñas con mi cuerpo tibio entre tus brazos? ¿Al
recostarte de noche en tu cama, sientes cómo mis labios suaves recorren tu cuerpo
y un leve cosquilleo te quita el sueño?
En las noches, cuando el sueño te vence y te dejas flotar en
la cama… ¿No interrumpe tu descanso encontrarme también entre tus sueños?
Entonces, despiertas agitado y sudoroso, tratando de conseguirme entre tus
sábanas. Buscándome con tu brazo desesperadamente hasta que la somnolencia se
disipa y recuerdas que estás solo…
Luego, te cuesta recobrar el sueño de pensar que yo podría
estar en la misma situación .Y, por tu mente racionalista y práctica, sencillamente
decides no pensar más y dedicarte a dormir, pues: “Mañana hay que trabajar”. Y
así, noche tras noche y día tras día las preguntas también te persiguen y, a
veces, te hacen sentir que dejas de disfrutar la vida por pensar en un pasado
que quedó en el olvido o que quieres que quede en el olvido o que crees que yo olvidé.
Y, cuando estás un poquito nostálgico y filosófico, te
preguntas dónde están esas respuestas y piensas y piensas y terminas aún más triste
porque lo único que hay cierto es que esas preguntas no tienen respuesta…
Sabios dicen que todos tenemos las respuestas y que sólo hay
que buscarlas en nuestro interior pero… ¿Qué pasa cuando buscas y buscas y sigues
buscando y sólo das vueltas en un interminable círculo que te desquicia? Peor
aún… ¿Qué pasa cuando sabes que tienes las respuestas y que éstas son la verdad
más grande que podrás tener jamás? Y el miedo que lo hombres nos siembran te
impide reconocerla y disfrutarla...
¿Qué será de nosotros, entonces, cuando ya no haya fuerzas
para pensar, para hacernos preguntas e imaginarnos respuestas? ¿Qué será de nosotros cuando
sea el viento quien nos pegue en la cara esa dulce y, para entonces, triste
verdad que tratamos de ocultarnos tanto y que no podremos realizar?
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