domingo, 11 de marzo de 2012

Compromiso, matrimonio, felicidad...

Nos hemos casado y no sabemos cómo sucedió. Una mañana me desperté anhelando el susurro de una voz que nunca antes había escuchado. Mi corazón palpitaba sólo por la necesidad de tus palabras. Deseaba perderme en tu mirada sin haber conocido nunca su profundidad.

Nos comenzamos a amar sin amarnos, sin sabernos, sin conocernos. No hay fechas de días importantes que rememorar. No hay recuerdos de primeras veces. No es una anécdota, no es un beso ni una caricia. Mucho menos el rubor de la pasión contenida. Jamás he visto tu rostro al amanecer. Tú no me has visto abrazar mi almohada, anhelando escapar en sueños de un día agobiante.

No somos presos ni productos de la rutina devastadora. Somos alegría, somos inspiración, somos amor. Tu dicha alimenta la mía. Mi dolor te hace luchar por la felicidad. "Si tú estás bien, yo estoy bien": es el lema implícito en ambos. No es necesario decirlo, simplemente, es así.

Estamos casados, más allá de una larga ceremonia, sin amigos, sin fotos y sin pastel. Sin pacto, sin sangre, sin palabras que se van con el viento, ni lágrimas que alimenten el mar. Sin saberlo pero queriéndolo desde muy adentro.

Estamos casados más allá de toda razón, de toda lógica, de todo pensamiento consciente e inconstante. Si yo quiero volar, tú eres mis alas. Si quiero reir, eres mi alegría. Si quieres llorar, yo seré siempre tu lágrima.

Si quieres hundirte hasta tocar fondo, vamos de la mano sin importar cuán profundo sea nuestro océano. De la mano hasta sentir de nuevo la necesidad de de respirar el aire fresco y puro de nuestra unión. De la mano hasta recobrar las fuerzas para nadar hasta la orilla.

Juntos para darnos calor en las noches frías y oscuras sin luna. Aire fresco que apacigua las desesperantes tardes calurosas.

Asumimos el compromiso de hacer feliz al otro, de acompañarlo y de apoyarlo "hasta que la muerte nos separe". Y cada día que pasa es sólo un aprueba más de que ni siquiera la muerte podrá alejarnos.

Vamos más allá que Alejandro y Margarita. Más intensos que Eloísa y Abelardo. Simplemente somos. Nos pertenecemos. Más allá de lo concebible.

No estamos juntos sólo por estar. ¡Somos el uno para el otro, somos el amor...!!!

A mi dulce ángel niño de ojos multicolores.
Por el rayo de luz que me dio un domingo y que ya nunca jamás se apagará (ya se me está volviendo costumbre y sabes que no es mi estilo).

No hay comentarios:

Publicar un comentario